miércoles, 18 de noviembre de 2009

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Murais realizados polos alumnos de Proxecto Interdisciplinar

Nesta presentación podemos ver os murais elaborados polos alumnos de Proxecto Interdisciplinar sobre o tema da auga.

Concurso Coca-Cola

La Fundación Coca-Cola ha presentado una nueva edición del concurso de redacción para alumnos de 2º de ESO, denominada ‘Concurso de jóvenes talentos’.
En ella intervinieron cientos de escolares que debían desarrollar un relato corto con temática libre y dar rienda suelta a su imaginación.
Después de realizar la prueba, el jurado valoró la capacidad creativa de Ricardo Mosquera López, otorgándole uno de los premios provinciales con el relato que os presentamos a continuación:
Era una noche despejada y clara, se apreciaban las estrellas, la luna asomaba y respaldaba a los lunares de la noche como perro pastor cuidando de sus ovejas. Mi gato estaba sentado en el balcón a la luz del lucero; sus ojos tenían un resplandor blanco, parecía estar triste como si supiera que algo malo estaba a punto de suceder.
Al día siguiente, alrededor de las nueve, estaba dispuesto a salir de casa como todos los días, a resolver el caso que me habían encargado, pero empezó a llover. Bueno, me presento, mi nombre es Perfecto y soy detective privado en Mesía, la capital de Leboris, el país donde habito. Me conocen como el Sr. Ocupado ya que me dedico en cuerpo y alma a mi trabajo. Pocas veces salgo de casa a hacer vida social por el centro de la ciudad. Vivo en el 9º B de la calle Tuberías, no, no es un chiste de riegos, ese es el nombre real. Resuelvo casos de esposas adúlteras, hasta asesinatos, e investigo, también, secretos de pareja. Todo por encargo. Hace un par de años resolví el asesinato del campo del golf, cuando mataron a Manuel, el cacique de Mesía. Era un caso realmente difícil y, tras tres años de investigación, mi mérito fue reconocido entregándome las llaves de la ciudad; toda una alegría para mí.
Ahora, acabada la presentación, prosigamos con la historia. Como seguía lloviendo, cada vez más, me di la vuelta y cogí la gabardina beige, saqué mi pluma estilográfica junto a mi cuaderno de notas. Cogí el primer autobús que se dirigía al centro de la ciudad. Como me marché sin desayunar, fui al restaurante – cafetería del centro comercial, que estaba al lado del salón de juegos, y comí un croissant con un café cortado. Había una gran muchedumbre en la sala de juegos y me enteré que allí había inauguración. Estaba Orepataz, el actual presidente del gobierno, inaugurando el juego revolución, la máquina de bailar. Cortó la cinta, como de costumbre, todo el mundo aplaudió y una persona entre la multitud empezó a gritar: “que baile”, “que baile”… Oretapaz se sonrojó, introdujo una moneda de un euro en la máquina, se apoyó en la barra, la música comenzó a sonar y, en apenas unos segundos… ¡Booomm! Hubo una explosión tremenda, semejante al ruido de un avión despegando. Durante unos segundos, todos estuvimos desconcertados, pronto nos percatamos de que habían asesinado al presidente. Yo intenté escaquearme como pude para no tener que ocuparme de un caso más pero, enseguida me reconocieron y , como no quedaba más remedio, me puse a investigar.
Ordené cerrar todas las salidas pues el asesino aún podía estar dentro. Después llamé al inspector y al servicio de inteligencia para que estudiaran la clase de explosivo, etc. El inspector creía que había sido un caso de terrorismo indiscriminado. Pero yo sabía que no, todo estaba planeado de antemano. La explosión había surgido del pedal verde y habían usado amonal, dinamita y TNT. Llamé a la pirotecnia para investigar los encargos de dinamita pero son tan frecuentes que es imposible reconocer a alguien en especial. M e acordé del hombre que empezó a corear el baile de Oretapaz; tenía abrigo azul y no llevaba paraguas, lo que podía significar que podría haber estado allí antes de llover. De pronto me sonó el móvil. Lo cogí y sentí una voz que mem decía: - “Muy bien Perfecto López Souto, aquí acaba tu carrera”. Me di la vuelta y vi al hombre del abrigo apuntando a mi cabeza. Cuando, de pronto, sucedió lo inesperable…¡ Bip, bip, bip bip! Sonó el despertador. Yo estaba empapado de la intensidad con la que había vivido el sueño. Aquel día decidí retirarme de mi profesión para siempre.